AUTORETRATO A LOS VEINTE ANOS
Me dejé ir, lo tomé en marcha y no supe nunca
hacia dónde hubiera podido llevarme.
Iba lleno de miedo, se me aflojó el estómago
y me zumbaba la cabeza:
yo creo que era el aire frío de los muertos.
No sé. Me dejé ir, pensé que era una pena
acabar tan pronto, pero por otra parte
escuché aquella llamada misteriosa y convincente.
O la escuchas o no la escuchas, y yo la escuché
y casi me eché a llorar: un sonido terrible,
nacido en el aire y en el mar.
Un escudo y una espada.
Entonces, pese al miedo, me dejé ir,
puse mi mejilla junto a la mejilla de la muerte.
Y me fue imposible cerrar los ojos y no ver
aquel espectáculo extraño, lento y extraño,
aunque empotrado en una realidad velocísima:
miles de muchachos como yo, lampiños
o barbudos, pero latinoamericanos todos,
juntando sus mejillas con la muerte.
Roberto Bolaño
[
Quien siembra vientos]
Deixei-me ir, subi em andamento e nunca soube
onde me podia ter levado.
Ia cheio de medo, apertou-se-me o estômago
e a cabeça zumbia-me:
eu creio que era o vento frio dos mortos.
Não sei. Deixei-me ir, pensando que era uma pena
acabar tão cedo, mas por outro lado
senti aquele apelo misterioso.
Ou se ouve ou não se ouve, e eu ouvi
e quase me pus a chorar: um som terrível
nascido no vento e no mar.
Um escudo e uma espada.
Então, deixei-me ir, apesar do medo,
encostando a cara à cara da morte.
E foi-me impossível fechar os olhos, não ver
aquele estranho espectáculo, lento e estranho,
embora montado numa realidade velocíssima:
milhares de jovens como eu, imberbes
ou barbudos, mas todos latino-americanos,
de caras encostadas à cara da morte.
(Trad.A.M.)
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