Anduve por el dorso de tu mano, confiada,
como quien anda en las colinas
seguro de que el viento existe,
de que la tierra es firme,
de la repetición eterna de las cosas.
Mas de repente tembló el universo:
llevaste la mano a tus labios
y bostezando abriste la noche
como una gruta cálida.
Llevabas diez mil siglos despertando
y el fuego ardía impaciente en tu boca.
Chantal Maillard
Andava pelas costas da tua mão, confiada,
como quem anda nos montes
seguro de que o vento existe,
de que a terra está firme,
da repetição eterna das coisas.
Mas de repente o universo tremeu:
levaste a mão aos lábios
e bocejando abriste a noite
como uma gruta cálida.
Levavas dez mil séculos despertando
e o fogo ardia impaciente na tua boca.
(Trad. A.M.)
.