10.12.16

Tom Maver (Mudanças)





MUDANZAS


1
Hay una madre gritándole a su hijo.
Hay un portazo, un gemido, dos silencios.
Los pasos de un viejo en el pasillo
marcan el tiempo, más que los ruidos del ascensor.
Un teléfono inconsolable suena
en un departamento donde nadie quiere atenderlo.
Alguien tira la basura como si de algo se salvara.

2
Poco va quedando de mí.
En cada mudanza
dejo algo atrás, a veces con olvido,
a veces con algo de solemnidad.

Y me instalo apenas
como polvo sobre un piso sin amueblar
listo para cuando sea el momento
de dejar mi nueva casa.

Pero hay veces que tardo en irme
y como ropa en un cajón, me acumulo,
empiezo a vivir casi sin enterarme, 
tapo las humedades, pinto, traigo una cama.

Para cuando llega la señal de que debo partir,
limpio en serio, ordeno, barro y , si hace falta
cambio las cosas de sitio
para ver si acaso éste se parece, si puede haber sido
aquel sitio que no quise dejar la primera vez.


3
¿Dónde estoy?
Hace tanto frío y estoy inquieto.
Me pareció escuchar un llamado,
ruidos, quizá alguien que se fue.
Si es así, hace bien, acá nadie es bueno,
todos se van y no tengo con quien hablar.
Pero suena el teléfono y temo
que sean los de la compañía para avisarme
que cortarán la línea por falta de pago.
Es cierto que tampoco estoy al día con las expensas
y me miran raro en las reuniones de consorcio
que no puedo eludir por algún motivo,
y cuando me alejo por el pasillo
hablan con tanta pasión mal de mí
que casi me pone contento su entusiasmo.

Con el tiempo me fueron sacando los muebles
como forma de pago, luego la ropa,
los electrodomésticos, y así
llegué a sentir que de algún modo
yo también me mudaba, muy a pesar mío,
que mi casa era otra: una cada vez
más espaciosa, más fría, es cierto,
pero debo decir que con más luz.


Tom Maver




1
Há uma mãe que grita com o filho,
um bater de porta, um gemido, dois silêncios.
Os passos de um velho no corredor
marcam o tempo, mais que os ruídos do elevador.
Um telefone toca inconsolável
num compartimento onde ninguém quer atender.
Alguém atira o lixo como se de algo se salvasse.

2
Pouco vai restando de mim,
em cada mudança
deixo algo para trás, às vezes por esquecido,
outras com algo de solene.

E instalo-me apenas
como pó em andar não mobilado,
pronto para quando for tempo
de deixar a nova casa.

Mas vezes há em que tardo a ir,
acumulo-me, como a roupa no gavetão,
começo a viver quase sem dar conta,
tapo as humidades, pinto, ponho uma cama.

E quando chega o sinal da partida,
limpo a sério, arrumo, varro e se for preciso
troco as coisas de lugar
a ver se este acaso se parece, se pode ser
aquele lugar que primeiro não quis deixar.


3
Onde estou?
Faz tanto frio e estou inquieto,
pareceu-me ouvir chamar,
ruídos, talvez alguém que se foi.
Se for, está bem, aqui ninguém presta,
todos vão embora e eu não tenho com quem falar.
Mas toca o telefone e eu temo
que seja da companhia a avisar-me
de corte por falta de pagamento.
É certo que também não estou em dia com as quotas
e na reunião do condomínio olham para mim de lado,
falando tão mal de mim quando me afasto pelo corredor,
que a raiva deles quase me deixa contente.

Com o tempo fui ficando sem os móveis,
penhorados, depois a roupa,
os electrodomésticos, e assim
cheguei a sentir que também eu
de certo modo me mudava, muito a meu pesar,
que a minha casa era outra, uma casa
cada vez mais espaçosa, mais fria, é verdade,
mas devo dizer com bem mais luz.


(Trad. A.M.)


 .