27.7.12

José Luis Piquero (Entrevista com o Golem)






ENTREVISTA CON EL GOLEM




¿Razón de ser? No lo he pensado mucho.
Ha de haber algo más que estas tareas
mecánicas: la casa
la hago en un plis-plás.
Los poemas, tal vez. Se me desprenden
como costras de barro.
Por algo tengo siempre la palabra en la boca,
pero no estoy seguro de ser culpable de ellos.
Hay una voz. El alma es un asunto
sobre el que no nos hemos puesto de acuerdo aún.

Mi infancia… Siempre digo que la tuve,
contra toda evidencia.
Me acuerdo de un cachorro junto a un estanque.
Lo tenía en las manos, hacía sol y las hojas
olían como libros. No sé qué pasó luego.
El agua estaba pálida.

No, no estoy triste, siga.

Ah, eso… Me resulta muy penoso.
Uno desea dar amor y no mide sus fuerzas.
De pronto te despiertas y oyes llorar y te miras las manos
y después huyes, huyes.
Todos nos refugiamos en los otros, como alegres tumores,
estirando los brazos, rompiendo cosas,
esperando el castigo.

¡Qué pregunta! Nunca he matado a nadie.
Pero calle. Esas voces, los poemas… No quiero escuchar más.
Tal vez un día
alguien se atreverá a quitarme la máscara, a taparme la boca,
y habré de rendir cuentas pero
ya nunca volveré a estar tan cansado.

¿Que si doy miedo? Bueno.
Esa es mi obligación.


José Luis Piquero






Razão de ser? Não pensei muito nisso.
Há-de haver algo mais do que estas tarefas
mecânicas: a casa
faço-a zás-trás.
Os poemas, talvez. Despegam-se-me
como crostas de lama.
Por alguma coisa tenho sempre a palavra na boca,
mas não estou certo de ter culpa deles.
Há uma voz. A alma é um assunto
sobre que ainda não chegámos a acordo.

A minha infância... Digo sempre que a tive,
contra toda a evidência.
Lembro-me de um cachorro ao pé dum tanque.
Tinha-o nas mãos, fazia sol e as folhas
cheiravam como os livros. Não sei o que aconteceu a seguir.
A água estava pálida.

Não, não estou triste, siga.

Ah, isso... É-me muito penoso.
Nós desejamos dar amor e não medimos as forças.
Acordamos de repente, ouvimos chorar e olhamos as mãos,
depois fugimos, fugimos.
Todos nós nos refugiamos nos outros, como alegres tumores,
esticando os braços, partindo coisas, esperando o castigo.

Olha que pergunta! Nunca matei ninguém.
Cale-se lá. Essas vozes, os poemas...Não quero ouvir mais.
Talvez um dia
alguém se atreva a tirar-me a máscara, a tapar-me a boca;
posso ter de prestar contas,
mas não voltarei a estar assim cansado.

Se meto medo? Bem,
essa é a minha obrigação.


(Trad. A.M.)


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