4.3.11

Vicente Gallego (O eterno retorno)






EL ETERNO RETORNO




El ascensor de casa de mis padres,
un pub con reservado, la playa de Canet,
aquel piso alquilado con amigos,
unos cuantos hostales, y otros tantos jardines
que hay en esta ciudad.
Muchas veces, pensar en el amor me devuelve a esos sitios
que no guardan memoria del amor, pero que sí conservan
la fuerza de la carne que desató su nombre.
Recordar sentimientos es un arduo trabajo
- como cuidar enfermos terminales o embalsamar cadáveres -
que uno suele quedarse sin cobrar.
Sin embargo, el recuerdo del sexo no se muere,
sus escenas las guarda
nuestra más fiel memoria congeladas,
una extraña memoria que nos deja
devolverles la vida algunas veces
con la sabia asistencia
de nuestras propias manos, pues su semilla queda
enterrada en el cuerpo, y rebrota con fuerza renovada
desde dentro del cuerpo
si el deseo la riega y le da su calor.
Toda felicidad acaba siendo
una rota muñeca con que el hombre se engaña,
pues la dicha que muere nunca vuelve
y su cuerpo se mezcla con el polvo;
pero el placer renace de sí mismo
y se renueva
con la fuerza admirable de cualquier vegetal.


Con el amor que tuve a las mujeres
he ido construyendo un cementerio,
pero el placer que hallé sobre sus cuerpos
lo convierte a menudo en un jardín.



Vicente Gallego





O elevador da casa de meus pais,
um pub com reservado, a praia de Canet,
aquele andar arrendado com amigos,
umas quantas pensões e outros tantos jardins
que há nesta cidade.
Muitas vezes, pensar no amor devolve-me a esses sítios
que não guardam lembrança do amor,
mas conservam sim
a força da carne que desatou seu nome.
Recordar sentimentos é trabalho árduo
- como embalsamar cadáveres ou cuidar de doentes terminais –
que se costuma deixar por cobrar.
Todavia, a lembrança do sexo não morre,
as cenas guarda-as congeladas
a nossa mais fiel memória,
uma estranha memória que nos deixa
às vezes devolver-lhes a vida
com a sábia ajuda
de nossas próprias mãos, pois a semente fica
enterrada no corpo, rebrotando com força renovada
de dentro do corpo
se o desejo a rega e lhe dá seu calor.
Toda a felicidade acaba por ser
uma boneca rasgada com que o homem se ilude,
pois a ventura que morre jamais volta
e o seu corpo funde-se com o pó;
mas o prazer renasce de si mesmo e renova-se
com a força admirável de qualquer vegetal.


Com o amor que tive às mulheres
fui construindo um cemitério
mas o prazer que achei em seus corpos
converte-o amiúde num jardim.



(Trad. A.M.)

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