15.7.22

Vicente Gallego (Hino)



EL HIMNO 



Hay un himno en la noche más oscura   
 que no todos consiguen entender;   
 pero no hay que entenderlo: el himno suena.   
 Hay un himno en el grito, en el dolor;   
 sus desgarradas notas   
 se escuchan en el baile de los huesos,   
 descarnados y rotos, que arrastra el huracán,   
 en el pico del buitre   
 y en las vigas quebradas del hogar destruido.   
 
  Hay un canto sutil en la barbarie,   
 un salvaje concierto en la agonía,   
 un compás obstinado en el terror.   
 Hay un coro triunfal   
 que no apaga la muerte, porque siguen cantando   
 en él las voces secas de los muertos.   
 Hay un himno en la vida que es la vida,   
 su terca pervivencia más allá de nosotros,   
 el desolado acorde estremecido   
 de un cielo imperturbable que contempla   
 la sucesión precisa de la fiesta y el luto.   
 
  Hay un himno en el caos, y hay después   
 ese salmo que clama por el mundo   
 desde el alma arrasada de nuestro mundo exhausto.   
 No es sencillo entenderlo: el himno suena   
 sin contar con nosotros, en el centro sin luz   
 del extraño destino de la carne.   
 
  Dichoso el que en su noche,   
 rodeado de frío y de tinieblas,   
 cierra con fe los ojos y es capaz de escucharlo. 


Vicente Gallego




Há um hino na noite mais escura
que nem todos conseguem entender,
mas não há que entender: o hino soa.
Há um hino no grito, na dor; suas notas rasgadas
ouvem-se no baile dos ossos,
arrastados pelo furacão,
no bico do abutre,
nas vigas quebradas do lar destruído.

Há um canto subtil na barbárie,
um selvagem concerto na agonia,
um compasso obstinado no terror.
Há um coro triunfal
que a morte não apaga,
por cantarem ainda as vozes secas dos mortos.
Há um hino na vida que é a vida,
pervivência teimosa para lá de nós mesmos,
desolado acorde estremecido
de um céu imperturbável que contempla
a sucessão precisa da festa e do luto.

Há um hino no caos e há depois
esse salmo clamando pelo mundo
lá da alma arrasada de nosso mundo exausto.
Não é simples entendê-lo, o hino soa
sem contar connosco, no centro sem luz
do estranho destino da carne.

Ditoso o que em sua noite,
cercado de frio e de trevas,
fecha os olhos com fé e é capaz de escutá-lo.


(Trad. A.M.)

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