Quienes se oponen obstinadamente
a las modas, merecen
una estatua distinta,
una copa de vino decantado con tiempo,
o una línea de oro recitada en voz alta.
Tal vez una inscripción, el reconocimiento
de sus conciudadanos:
"A los que no cedieron".
Porque hay un heroísmo
mínimo, por cierto,
cotidiano,
en esa obstinación
o indiferencia. Son
idealistas que siguen
como si no se vieran
cercados. Su renuncia
no es sólo suya. Vale
para todos. Los salva.
No se embriagan de efímero.
Aportan equilibrio
a la totalidad.
Que nadie se confunda. También ellos
están enamorados del futuro.
Pero no van por el camino fácil.
JUAN ANTONIO GONZÁLEZ IGLESIAS
Confiado
Visor Libros, Madrid (2015)
[
La mirada del lobo]
Esses que obstinadamente
se opõem às modas merecem
uma estátua diferente,
uma taça de vinho decantado com tempo,
uma linha de ouro recitada em voz alta.
Quiçá uma inscrição, a gratidão
dos concidadãos:
‘Aos que não cederam’.
Porque há um heroísmo,
mínimo, por certo,
quotidiano,
nessa obstinação
ou indiferença. São
idealistas que vivem
como se não se vissem
cercados. A sua renúncia
não é sua apenas. Vale
para todos. Salva-os.
Não se embriagam de efémero.
Conferem equilíbrio
à totalidade.
Que ninguém se confunda. Também eles
estão enamorados do futuro.
Mas não vão pelo caminho fácil.
(Trad. A.M.)
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