31.10.10
Miguel Hernández (Ventos do povo)
VIENTOS DEL PUEBLO
Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.
Los bueyes doblan la frente,
impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.
No soy de un pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España.
¿Quién habló de echar un yugo
sobre el cuello de esta raza?
¿Quién ha puesto al huracán
jamás ni yugos ni trabas,
ni quién al rayo detuvo
prisionero en una jaula?
Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airoso como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habeis de dejar
rotos sobre sus espaldas.
Crepúsculo de los bueyes
está despuntando el alba.
Los bueyes mueren vestidos
de humildad y olor de cuadra:
las águilas, los leones
y los toros de arrogancia,
y detrás de ellos, el cielo
ni se enturbia ni se acaba.
La agonía de los bueyes
tiene pequeña la cara,
la del animal varón
toda la creación agranda.
Si me muero, que me muera
con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretado los dientes
y decidida la barba.
Cantando espero a la muerte
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas.
MIGUEL HERNÁNDEZ
Viento del Pueblo
(1936-7)
Ventos do povo me levam,
ventos do povo me arrastam,
esparzem-me o coração
e a garganta me arejam.
Os bois dobram a frente,
impotentemente mansa,
perante os castigos:
os leões erguem-na
e ao mesmo tempo castigam
com sua esplêndida pata.
Não sou de um povo de bois
mas de um povo impedido
por jazidas de leões,
desfiladeiros de águias
e cordilheiras de toiros
com o orgulho nas hastes.
Nunca medraram os bois
nestes páramos de Espanha.
Quem falou em pôr um jugo
no pescoço desta raça?
Quem já pôs ao furacão
algum dia jugo ou laço,
ou quem o raio deteve
prisioneiro numa jaula?
Asturianos de bravura,
bascos de pedra blindada,
valencianos de alegria
e castelhanos de alma,
lavrados como a terra
e airosos como asas;
andaluzes de relâmpagos,
nascidos entre guitarras
e forjados na bigorna
torrencial das lágrimas;
estremenhos de centeio,
galegos de chuva e calma,
catalães de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos dinamite
espalhada como fruta,
leoneses, navarros, donos
da fome, do suor e da acha,
reis do minério,
senhores da lavoura,
homens que entre raízes,
como raízes galhardas,
ides da vida à morte,
ides do nada ao nada:
um jugo vos quer pôr
gente da erva ruim,
jugo que haveis de deixar
desfeito nas suas costas.
Crepúsculo dos bois
vem despertando a aurora.
Os bois morrem vestidos
de humildade e cheiro da corte:
as águias, os leões
e os toiros de arrogância,
o céu por trás deles
nem se turva nem se acaba.
A agonia dos bois
apresenta cara pequena,
a do animal macho
engrandece a criação.
Se hei-de morrer, que morra
de cabeça bem erguida.
Morto mil vezes morto,
a boca colada ao chão,
hei-de ter os dentes cerrados
e a barba bem cortada.
Cantando espero a morte
pois há rouxinóis que cantam
acima das espingardas
e no fragor da batalha.
(Trad. A.M.)
>> M.H., muito visto ultimamente:
- Cómo cantaba mayo (El rayo que no cesa)
- Idem (Echa la luna en pandos aguaceros)
- Luz & sombra (Canción del esposo soldado)
- Idem (Las manos)
- Idem (Sentado sobre los muertos)
- Idem (Los cobardes)
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