JUNTO A
LA TUMBA DE SALINAS
Un
pequeño saurio atraviesa la tumba de Salinas,
husmea el óxido que mancha la blancura del mármol
y se oculta rápidamente entre la hierba.
Entonces lo contemplo.
Qué de besos perdidos frente al mar,
qué de labios bebiendo sus gotas azules,
qué de cielos nunca hollados, fortalezas
donde el amor se rindió a los abrazos de nadie.
Nadie, Salinas, buscando entre sombras un cuerpo desnudo,
nadie en las palabras que alguna vez ardieron por nosotros.
husmea el óxido que mancha la blancura del mármol
y se oculta rápidamente entre la hierba.
Entonces lo contemplo.
Qué de besos perdidos frente al mar,
qué de labios bebiendo sus gotas azules,
qué de cielos nunca hollados, fortalezas
donde el amor se rindió a los abrazos de nadie.
Nadie, Salinas, buscando entre sombras un cuerpo desnudo,
nadie en las palabras que alguna vez ardieron por nosotros.
Yo
también me enamoré con tus poemas.
Ellos sabían lo que habría de ocurrirme, me leía en ellos,
pero tú plagiaste mi vida, la dignificaste, la hiciste del revés.
¿Mereces entonces el perdón?
Ahora que estás bajo un cielo verdadero,
devorado por los insectos de la tierra, pronombre
encadenado a la carne de unos besos que yo di por ti,
te ofrezco estas flores.
Acéptalas, Salinas, como un homenaje de quien quiso creer
y vivió feliz en el fecundo engaño.
Ellos sabían lo que habría de ocurrirme, me leía en ellos,
pero tú plagiaste mi vida, la dignificaste, la hiciste del revés.
¿Mereces entonces el perdón?
Ahora que estás bajo un cielo verdadero,
devorado por los insectos de la tierra, pronombre
encadenado a la carne de unos besos que yo di por ti,
te ofrezco estas flores.
Acéptalas, Salinas, como un homenaje de quien quiso creer
y vivió feliz en el fecundo engaño.
Eduardo Chirinos
Uma lagartixa atravessa o túmulo de Sabinas,
fareja o óxido que mancha o branco do mármore
e esconde-se rapidamente entre a erva.
Então ponho-me a contemplá-lo.
Que de beijos perdidos em frente ao mar,
que de lábios bebendo suas gotas de azul,
que de céus jamais calcados, fortalezas
onde o amor se rendeu aos abraços de ninguém.
Ninguém, Salinas, buscando entre sombras um corpo desnudo,
ninguém nas palavras que um dia arderam por nós.
fareja o óxido que mancha o branco do mármore
e esconde-se rapidamente entre a erva.
Então ponho-me a contemplá-lo.
Que de beijos perdidos em frente ao mar,
que de lábios bebendo suas gotas de azul,
que de céus jamais calcados, fortalezas
onde o amor se rendeu aos abraços de ninguém.
Ninguém, Salinas, buscando entre sombras um corpo desnudo,
ninguém nas palavras que um dia arderam por nós.
Também eu me enamorei com teus versos.
Eles sabiam o que havia de me suceder,
eu podia ler-me neles,
mas tu plagiaste-me a vida, dignificaste-a,
viraste-a do avesso.
Mereces pois o perdão?
Agora que te encontras num céu verdadeiro,
devorado dos bichos da terra, pronome
agrilhoado na carne de alguns beijos que eu dei por ti,
estas flores eu te ofereço.
Toma-as, Salinas, como homenagem de quem quis acreditar
e feliz viveu na fecunda ilusão.
Eles sabiam o que havia de me suceder,
eu podia ler-me neles,
mas tu plagiaste-me a vida, dignificaste-a,
viraste-a do avesso.
Mereces pois o perdão?
Agora que te encontras num céu verdadeiro,
devorado dos bichos da terra, pronome
agrilhoado na carne de alguns beijos que eu dei por ti,
estas flores eu te ofereço.
Toma-as, Salinas, como homenagem de quem quis acreditar
e feliz viveu na fecunda ilusão.
(Trad. A.M.)
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