De tus caderas a tus pies
quiero hacer un largo viaje.
Soy más pequeño que un insecto.
Voy por estas colinas,
son de color de avena,
tienen delgadas huellas
que sólo yo conozco,
centímetros quemados,
pálidas perspectivas.
Aquí hay una montaña.
No saldré nunca de ella.
¡Oh qué musgo gigante!
¡ Y un cráter, una rosa
de fuego humedecido!
Por las piernas desciendo
hilando una espiral
o durmiendo en el viaje
y llego a tus rodillas
de redonda dureza
como a las cimas duras
de un claro continente.
Hacia tus pies resbalo,
a las ocho aberturas,
de tus dedos agudos,
lentos, peninsulares,
y de ellos al vacío
de la sábana blanca
caigo,
buscando ciego
y hambriento
tu contorno
de vasija quemante!
Pablo Neruda
Das tuas ancas aos teus pés
quero fazer uma longa viagem.
Sou mais pequeno que um insecto.
Percorro estas colinas,
são da cor da aveia,
têm trilhos estreitos
que só eu conheço,
centímetros queimados,
pálidas perspectivas.
Há aqui um monte.
Nunca dele sairei.
Oh que musgo gigante!
Uma cratera, uma rosa
de fogo humedecido!
Pelas tuas pernas desço
tecendo uma espiral
ou adormecendo na viagem
ou alcanço os teus joelhos
duma dureza redonda
como os ásperos cumes
dum claro continente.
Para teus pés resvalo,
para as oito aberturas
dos teus dedos agudos,
lentos, peninsulares,
e deles para o vazio
do lençol branco
caio,
procurando cego
e faminto
teu contorno
de vaso escaldante.
(Trad. Albano Martins)
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