7.6.18

Álvaro Mutis (Cidade)






CIUDAD



Un llanto,
 un llanto de mujer
 interminable,
 sosegado,
 casi tranquilo.
 En la noche, un llanto de mujer me ha despertado.
 Primero un ruido de cerradura,
 después unos pies que vacilan
 y luego, de pronto, el llanto.
 Suspiros intermitentes
 como caídas de un agua interior,
 densa,
 imperiosa,
 inagotable,
 como esclusa que acumula y libera sus aguas
 o como hélice secreta
 que detiene y reanuda su trabajo
 trasegando el blanco tiempo de la noche.
 Toda la ciudad se ha ido llenando de este llanto,
 hasta los solares donde se amontonan las basuras,
 bajo las cúpulas de los hospitales,
 sobre las terrazas del verano,
 en las discretas celdas de la prostitución,
 en los papeles que se deslizan por solitarias avenidas,
 con el tibio vaho de ciertas cocinas militares,
 en las medallas que reposan en joyeros de teca,
 un llanto de mujer que ha llorado largamente
 en el cuarto vecino,
 por todos los que cavan su tumba en el sueño,
 por los que vigilan la mina del tiempo,
 por mí que lo escucho
 sin conocer otra cosa
 que su frágil rodar por la intemperie
 persiguiendo las calladas arenas del alba.

Álvaro Mutis




Um pranto,
um pranto de mulher
interminável,
sossegado,
quase tranquilo.
De noite, um pranto de mulher acordou-me.
Primeiro um ruído de fechadura,
depois uns pés vacilando
e a seguir, de repente, o choro.
Suspiros intermitentes
como quedas de uma água interior,
densa,
imperiosa,
inesgotável,
como eclusa que acumula e solta suas águas
ou como hélice secreta
que pára e retoma seu trabalho
trasfegando o branco tempo da noite.
Toda a cidade se foi enchendo deste pranto,
até os terrenos onde os lixos se amontoam,
sob as cúpulas dos hospitais,
nos terraços de Verão,
nas celas discretas das prostitutas,
nos papéis que deslizam nas solitárias avenidas,
com o bafo morno de certas cozinhas militares,
nas medalhas que repousam em cofres de teca,
um pranto de mulher que chorou longamente
no quarto vizinho,
por todos os que cavam o sepulcro no sono,
pelos que vigiam a mina do tempo,
por mim que o escuto
sem saber mais do que
do seu frágil rodar pela intempérie
perseguindo as caladas areias da aurora.


(Trad. A.M.)


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