Siento el crepúsculo en mis manos.
Llega a través del laurel enfermo.
Yo no quiero pensar ni ser amado
ni ser feliz ni recordar.
Sólo quiero sentir esta luz en mis manos
y desconocer todos los rostros
y que las canciones dejen de pesar en mi
corazón
y que los pájaros pasen ante mis ojos
y yo no advierta que se han ido.
Hay grietas y sombras en paredes blancas
y pronto habrá más grietas y más sombras
y finalmente no habrá paredes blancas.
Es la vejez.
Fluye en mis venas como agua atravesada por
gemidos. Van
a cesar todas las preguntas. Un sol tardío
pesa
en mis manos inmóviles y a mi quietud
vienen a la vez suavemente, como una sola
sustancia,
el pensamiento y su desaparición.
Es la agonía y la serenidad.
Quizá soy transparente y ya estoy solo sin saberlo.
En cualquier caso, ya
la única sabiduría es el olvido.
Antonio Gamoneda
Sinto o crepúsculo nas mãos,
chegando através do cravo doente.
E eu não quero pensar, nem ser amado,
nem ser feliz, nem recordar.
Quero só sentir esta luz nas mãos
e desconhecer os rostos
e que as canções deixem de pesar-me no coração
e os pássaros me passem diante dos olhos
sem eu dar conta de que se foram.
Há fendas e sombras nas paredes brancas
e breve haverá mais sombras e fendas
até deixar de haver paredes brancas.
É a velhice.
Corre-me nas veias como água
atravessada por gemidos.
Cessarão as perguntas todas. Um sol tardio
pesa-me nas mãos imóveis, enquanto
o pensamento e a sua negação invadem,
à uma, a minha quietude.
É a agonia e a serenidade.
Sou talvez transparente e já estou só, sem saber.
Em qualquer caso, há uma só sabedoria,
a do esquecimento.
(Trad. A.M.)