2.4.23

Antonio Colinas (A prova)




LA PRUEBA

 

Mira: a punto estás de penetrar en el bosque.
Vas a dejar la casa blanca de la cima,
tan plácida, tan llena de música y sosiego,
y ahí te espera el bosque impenetrable.
Irremediablemente deberás cruzarlo:
el bosque que desciende por ladera escabrosa,
el bosque en que no hay nadie
y el bosque en el que puede haber de todo,
el bosque de humedades venenosas,
morada de lo negro,
y de una luz que enturbia la mirada.

Entra en él con cuidado y sal sin prisas,
mas nunca se te ocurra abandonar la senda
que desciende y desciende y desciende.
Mira mucho hacia arriba y no te olvides
de que este tiempo nuestro va pasando
como la hoz por el trigo.
Allá arriba, en las ramas,
no hay luces que te ciegan, si es de día.
Y si fuese de noche,
la negrura más honda la siembran faros ciertos.
Todo lo que está arriba guía siempre.

Mira: te espera el bosque impenetrable.
Recuerda que la senda que lo cruza
─la senda como río que te lleva–
debe ser dulce cauce y no boa untuosa
que repta y extravía en la maraña.
Que te guíe la música que dejas
–la música que es número y medida–
y que más alta música te saque
al fin, tras dura prueba, a mar de luz.

Antonio Colinas

[Trianarts]

 

Olha, estás mesmo a penetrar no bosque,
vais deixar a casa do alto, tão plácida,
tão cheia de música e sossego,
e aí tens à espera o bosque impenetrável.

Tens de atravessá-lo, sem remédio,
o bosque a descer pela ladeira escarpada
o bosque onde não há ninguém 
e onde pode haver de tudo,
o bosque de humidades venenosas,
morada do escuro
e de uma luz que turva o olhar.

Entra aí com cuidado e sai sem pressa,
mas que nunca te ocorra abandonar a senda, 
a descer, a descer, sempre a descer.
Olha bem para cima e não te esqueças 
que este tempo nosso vai passando 
tal como a foice pelo trigo.
Lá em cima, na ramagem,
não há luzes que te ceguem, sendo dia.
E se for de noite, a mais funda escuridão
são os faróis que a geram.
O que está no alto serve sempre de guia.

Olha, tens à espera o bosque impenetrável,
lembra-te que a senda que o cruza 
- a senda como um rio que te leva -
tem de ser leito suave e não jiboia untuosa
que desafia e se refugia no mato.
Que te guie a música que deixas 
- a música que é número e medida -
e que mais alta música te leve
no fim, a duras penas, a mares de luz.

(Trad. A.M.)

 .