LAS CARAS
Las caras de los hombres que en mi vida he encontrado
me persiguen y viven adentro de mi espíritu.
Las caras de los hombres que he encontrado en mi vida
me miran y me abruman.
Podría dibujarlas pero nunca me atrevo.
Algunas tienen cuerpos y llevan en las manos
anillos y collares, flores de terciopelo,
algunas son mansiones, son jardines, son ríos,
algunas son un viaje, una playa, un desierto.
Algunas son de mármol, algunas son fenicias,
algunas son romanas, griegas y perniciosas
con los rasgos borrados.
Algunas tienen penas, muchas penas algunas,
y largas cabelleras que lloran en el viento.
Algunas son horribles, casi siempre me advierten
que un peligro me acecha.
Algunas tienen horas marcadas en los ojos
y son como clepsidras,
me despiertan de noche.
Algunas me quisieron
y movieron los labios para decir mi nombre.
Algunas no entendieron nunca lo que les dije
ni supieron por qué las miré largamente.
Algunas son anónimas
llevan frutas y fuentes, manos de terracota,
como las estaciones.
Algunas se arrodillan, buscan algo en la tierra.
Algunas como pájaros siempre estiran el cuello.
Algunas se inclinaron
y escribieron sus nombres sobre mi corazón
sin que yo lo advirtiera.
Algunas fueron mías, algunas se alejaron
y perdieron su sexo, su virtud y su candor;
fueron como la imagen
del infierno en el mundo
que tratamos, en vano, de olvidar.
Algunas fueron deidades
que no olvidaré nunca.
Silvina Ocampo
As caras dos homens que na
minha vida encontrei
perseguem-me e vivem dentro de mim.
As caras dos homens que encontrei pela vida
afligem-me, a olhar para mim.
Podia-as desenhar, mas nunca me atrevo.
Algumas têm corpo e usam nas mãos
anéis e colares, flores de veludo,
algumas são mansões, são rios, jardins,
algumas uma viagem, um deserto, uma praia.
Algumas são de mármore, algumas fenícias,
algumas são romanas, gregas e perniciosas,
de traços apagados.
Algumas têm penas, muitas penas algumas,
e longas cabeleiras que choram com o vento.
Algumas são horríveis, e avisam-me sempre
que um perigo me espreita.
Algumas têm nos olhos hora marcada
e são como clepsidras,
acordam-me de noite.
Algumas amaram-me
e mexeram os lábios para dizer meu nome.
Algumas não entenderam aquilo que eu lhes disse
nem souberam porque eu as olhei longamente.
Algumas são anónimas
andam com frutas e fontes e mãos de terracota
como as estações.
Algumas ajoelham, buscam algo no chão,
algumas como pássaros esticam sempre o pescoço.
Algumas inclinaram-se
e escreveram os nomes no meu coração,
sem que eu desse conta.
Algumas foram minhas, algumas se afastaram
e perderam o sexo, a virtude, a candura;
foram como que a imagem
do inferno neste mundo
que cuidamos, em vão, de olvidar.
Algumas foram deidades
e eu nunca hei-de esquecê-las.
(Trad. A.M.)