15.2.10

Eloy Sánchez Rosillo (Arredores da luz)






ALREDEDORES DE LA LUZ




Casi sin ver la realidad del día
ni la certeza de su claridad,
ando en busca de ti, de los vestigios
de unos años, de un mar, de unos lugares.
Porque la sombra avanza y los astros escriben
sus órdenes fatales en mi frente,
y es triste a solas proseguir la angustia
de los caminos que iniciamos juntos.


Pensar un cuerpo es inventar la noche
de las islas perdidas, el fulgor
olvidado en los brazos de la hierba.
Es difícil ahondar en el silencio,
llenar de amor el hueco que el instante
abre en el grito con que te pronuncio.


No escucho la presencia de tus pasos
vigilando la herida de los versos escritos
ni el temblor desolado de la tarde
deja en mi voz el poso transparente
de lo que ardió y se fue y es ya elegía.


Seguir es regresar, volver al borde
del lecho aquel, de la blancura en llamas.
La soledad me dicta letras anochecidas
y las horas se duermen en el pulso del tiempo.


Vuelve a llamarme. Esparce tus designios
en las proximidades de otra hoguera.
Se acabará el sonido del invierno,
la mirada extendida, la sed de las palabras.
El deseo que recuerda el color de unos ojos
descansará en la tierra que conoce.
Las calles arderán a mediodía
y cantará la luz entre mis manos.



Eloy Sánchez Rosillo







Sem ver quase a realidade do dia
nem a certeza da sua claridade,
ando em busca de ti, dos vestígios
de há anos, de um mar, de certos lugares.
Porque a sombra avança e os astros escrevem
suas ordens fatais na minha frente,
e é triste sozinho prosseguir a angústia
dos caminhos que iniciámos juntos.


Pensar um corpo é inventar a noite
das ilhas perdidas, o fulgor
esquecido nos braços da erva.
É difícil mergulhar no silêncio,
encher de amor o vazio que o instante
abre no grito com que te pronuncio.


Não ouço a presença dos teus passos
vigiando a ferida dos versos escritos
nem o tremor desolado da tarde
deixa em minha voz o repouso transparente
do que ardeu e foi-se e é já elegia.


Continuar é regressar, voltar à beira
do leito, esse, da brancura em chamas.
A solidão dita-me letras anoitecidas
e as horas dormem no pulso do tempo.


Volta a chamar-me. Esparze os teus desígnios
próximo de outra fogueira.
Acabará o som do Inverno,
o olhar estendido, a sede das palavras.
O desejo que lembra a cor de uns olhos
descansará na terra que conhece.
As ruas arderão ao meio-dia
e a luz cantará entre estas mãos.


(Trad. A.M.)

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