19.9.24

Antonio Deltoro (Quinta-feira)




JUEVES

 

El jueves amanece a la misma hora que todos los días y mucho más abierto.
Es tan generoso conmigo que me entra en la mano caluroso y preciso
como una pelota de esponja.
Discreto, como esas cosas que por fuera son nada,
a veces amanece nublado
como si el miércoles no lo anunciara con sus gritos agudos.
Es tan grave, sin duda, que sirve a la sorpresa
caminando tranquilo por las noches del viernes.
Se come a gajos como una mandarina
y por las tardes sabe como una manzana.
En todos los jueves está presente el jueves,
aun hoy que es martes está presente el jueves.
Se puede caminar los jueves como Cristo en las aguas del lago Tiberiades
e ir sin pisar jamás ni lunes ni domingo derechito hasta el jueves.
Sus mañanas están pobladas de aceras, de calles, de periódicos,
hay gente que las vive miércoles y hay gente que las vive viernes,
yo las vivo jueves como un viaje intensísimo y largo
o como un sueño que no quiere acabar.
Apenas son las doce y ya he conocido mujeres que me han llevado al entusiasmo,
la pelota ha golpeado la pared, me ha llenado de vejez un anciano.
Los jueves el tiempo se detiene, surgen la poesía y los amigos,
es un día de piernas fuertes y de mirada serena
en donde por las noches transcurren muchas vidas.
Abandono el volante y me voy a volar, es jueves en el tiempo del mundo,
es jueves en este acantilado sobre esta playa tenue,
es jueves hoy por la mañana, es jueves en los labios del jueves.
En el viaducto blancas paredes conducen al auto por  la noche,
todo tiempo es jueves entre un puente y otro hacia la casa.
El árbol de los jueves es ancho como el tiempo de los jueves,
los pájaros cubren sus elevadas ramas y surcan el espacio:
el cielo de los jueves es un archipiélago de islas alargadas.
Trepar a las primeras ramas de ese árbol es mirar de cerca la distancia,
montar en el asombro,
saber que si un jueves es un tigre, el otro puede ser volcán y parecerse.
De mañana, cuando el patio se abre suspendido en el juego,
cuando se entra por fin a la clase de historia,
cuando las tardes estimulan la fuga y se quedan atrás,
olvidados en el aula, los apuntes de química,
entre niños estudiosos y niñas aplicadas
se prepara a lo lejos el partido nocturno.
También los jueves la gente se suicida, pero no es la misma del lunes o del sábado,
los suicidas del jueves son suicidas serenos, irrevocables,
que se hunden en las aguas del jueves para siempre.

 Antonio Deltoro

 

 

A quinta-feira amanhece à mesma hora
dos outros dias, mas bem mais aberta.
Tão generosa comigo que me toma da mão, calorosa e precisa
como uma bola de esponja.
Discreta, como aquelas coisas que por fora parecem nada,
às vezes amanhece com nuvens
como se a quarta-feira a não anunciasse com seus gritos agudos.
É tão grave, claro, que serve a surpresa
caminhando serena pelas noites de sexta.
Come-se aos gomos como uma mandarina
e à meia tarde tem o sabor da maçã.
A quinta assiste em todas as quintas,
mesmo hoje que é terça a quinta está presente.
Podemos caminhar às quintas como Cristo
nas águas do lago de Tiberíades
ir por ali fora sem pisar domingo nem segunda,
direitinho até à quinta.
As suas manhãs são povoadas de calçadas, avenidas, periódicos,
há quem viva as quartas e há quem viva as sextas,
eu cá vivo as quintas como uma viagem longa, emocionante,
ou como um sonho que nunca mais se acaba.
Mal batem as doze e eu já conheci mulheres que me levaram ao céu,
a bola bateu na parede, e um velho encheu-me de velhice.
À quinta o tempo pára, surgem os amigos e a poesia,
é um dia de pernas tesas e olhar sereno
onde pela noite transcorrem muitas vidas.
Deixo o volante e ponho-me a voar, é quinta pelo tempo do mundo,
é quinta nesta falésia sobre a praia,
é quinta hoje pela manhã, é quinta nos lábios da quinta.
No viaduto brancas paredes guiam o carro pela noite,
todo o tempo é quinta entre uma ponte e  outra a caminho de casa.
A árvore das quintas é larga como o tempo das quintas,
os pássaros cobrem-lhe os ramos e sulcam o espaço:
o céu das quintas é um arquipélago de ilhas estiradas.
Trepar aos ramos desta árvore é olhar de perto a distância,
montar no assombro,
saber que se uma quinta é um tigre, a outra pode ser um vulcão e ser parecida.
De manhã, quando o pátio se abre suspenso da brincadeira,
quando entramos por fim na aula de história,
quando as tardes incitam à fuga e ficam para trás,
esquecendo na sala os apontamentos de  química,
entre meninos estudiosos e ninas aplicadas
prepara-se ao longe o desafio nocturno.
Também à quinta se suicidam pessoas,
mas não são as mesmas da segunda ou de sábado,
os suicidas de quinta são suicidas serenos, irrevogáveis,
que se afundam para sempre nas águas do dia, de quinta.

(Trad. A.M.)

 .