RECONCILIACIÓN
Quizás tendríamos que empezar
por el principio.
Contemplar la silueta incierta
de los pájaros esta tarde
de agosto,
su indiferencia a los reencuentros.
O empezar, mejor, por los inviernos,
abrazarse sólo porque llueve
y cuesta caminar contra el vacío.
Por supuesto, dejar a un lado
los lugares comunes,
fáciles al amor,
las primaveras, por ejemplo,
su inclinación absurda
a ser felices.
Y también, claro, saltarnos de un golpe
los otoños, esa nostalgia suya
tan dulce, tan imprudente
en estos casos.
Sería suficiente con dejarnos
deslizar apenas por la piel tersa
de los días,
como quien acaricia una fiera con un dedo
dentro de la jaula y tensa cada músculo
en ese mínimo esfuerzo.
No profundizar, no decir nada
casi nunca,
callar delante de una pared
en blanco
la pintura aún fresca, reluciente.
Callar delante de una piedra, de un puñado
de cerezas.
Quizá deberíamos empezar
por el principio, sin nada en las manos
a que agarrarse.
Suspender el instante en el que entrabas
por la puerta, antes de quemar
el primer roce,
antes de sabernos a tientas
el futuro.
Y después, caminar en diferentes direcciones.
O no caminar en absoluto.
Berta Piñán
[
Fragments de vida]
Teríamos talvez de começar pelo princípio,
contemplar a silhueta incerta
dos pássaros nesta tarde
de Agosto,
sua indiferença aos reencontros.
Ou começar, melhor, pelos invernos,
abraçar-nos só porque chove
e custa caminhar contra o vazio.
Claro, deixar de lado
os lugares comuns,
fáceis no amor,
as primaveras, por exemplo,
sua tendência absurda
à felicidade.
E também, está visto, passar por cima
dos outonos, essa nostalgia sua
tão doce, tão imprudente
nestes casos.
Bastaria deixarmo-nos
deslizar apenas pela pele tersa
dos dias,
como quem acaricia uma fera com um dedo
dentro da jaula e retesa cada músculo
nesse mínimo esforço.
Não aprofundar, não dizer nada
nunca, ficar em silêncio
diante de um muro branco,
a reluzir, pintado de fresco.
Em silêncio, frente a uma pedra, um punhado de cerejas.
Deveríamos talvez começar
pelo princípio, sem nada nas mãos
a que agarrar.
Suspender o instante em que entravas pela porta,
antes de queimar a primeira diferença,
antes de descobrirmos o futuro às apalpadelas.
E depois caminhar em diferentes direcções.
Ou não caminhar de todo.
(Trad. A.M.)
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