MUJER DE AZUL
Busco una mujer
entre todas ellas
capaz de ver belleza
en el grito de un naufragio,
la belleza
de las innumerables tragedias cotidianas
o del maullido moribundo
del gato del tejado.
Quiero que sea capaz de romper
el destino de un mordisco
de convertir el miedo en migajas
dibujar un mantel
y pegarse un festín.
Una mujer a la que le hagan cosquillas las religiones
que sepa desde siempre
que vamos a encontrarnos
pero que en lo único en lo que crea
sea en el azar.
Quiero que sea a la vez
un sueño y un recuerdo
que llegue con la sonrisa en punto
del mediodía
y con la alegría
imprecisa de un jilguero
-que sepa, como se sabe en los libros-
que el amor romántico es una mentira
sobre un castillo de naipes
-pero que intuya, como se intuye en los sueños-
que juntos podemos ser sencillamente felices.
Una mujer de viento y espada
de beso y hoguera
que cuanto mas la aten
mas se aleje
una mujer de hacha de guerra
de yesca y alumbre
que cure las heridas con sal.
Una mujer con la que todo se peleé
pero nada se rompa
que tras cada tropiezo
se gire en el aire y se ponga a bailar
que invente palancas
con las que mover los otoños
que su lengua sea un río de lava
y su saliva espuma de mar.
Una mujer cuyas piernas inspiren los dogmas
y sus pisadas los aplasten uno tras otro.
Una mujer cuyos labios fabriquen las nubes
y sus besos no paren de llover.
Una mujer cuyas manos sean de arcilla
y sus caricias de agua
o simplemente una mujer sencilla
tal vez, una mujer de azul.
Busco una mujer, para empezar,
–y esto es lo único innegociable-
que sea capaz de mirar de frente
estos versos
y no les tenga miedo.
Una mujer así o nada.
No pienso conformarme con menos.
Cysko Muñoz
Busco mulher
que seja entre todas
capaz de ver beleza
no grito de um naufrágio,
a beleza
das inúmeras tragédias quotidianas
ou do miar moribundo
do gato no telhado.
Que seja capaz de rasgar
o destino à dentada
de reduzir o medo a migalhas
desenhar uma toalha
e fazer um festim.
Uma mulher com cócegas da religião
que saiba desde sempre
do nosso encontro fatal
mas que creia
só no acaso.
Que seja à uma
sonho e lembrança
que chegue com o sorriso em ponto
do meio-dia
e com a alegria
imprecisa de um rouxinol
- que saiba, como se sabe nos livros -
que o amor romântico é uma mentira
sobre um castelo de cartas
- mas que intua, como se intui nos sonhos -
que juntos podemos ser simplesmente felizes.
Uma mulher de vento e espada
de beijo e chama
que quanto mais a prendam
mais se desate
uma mulher de machado de guerra
de acendalha e de lume
que cure as feridas com sal.
Uma mulher com quem tudo se discuta
mas nada se parta
que ao tropeçar dê uma volta
no ar e se ponha a dançar
que invente alavancas
com que mover os outonos
que a língua seja um rio de lava
e a saliva espuma do mar.
Uma mulher que as pernas inspirem os dogmas
e seus passos esmaguem um após outro.
Uma mulher que os lábios fabriquem as nuvens
e os beijos não parem de chover.
Uma mulher que as mãos sejam de argila
e suas carícias de água
ou simplesmente uma mulher singela
talvez uma mulher de azul
Busco mulher, para começar
- e nisto só não transijo -
que seja capaz de olhar de frente
estes versos
e não lhes ter medo.
Uma mulher assim, ou nada.
Não penso contentar-me com menos.
(Trad. A.M.)
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