El cansancio, a veces,
nos toma de sorpresa.
Cierra los párpados
sin pedir permiso,
sin saber qué palabra
estábamos mirando
antes de que la noche estirara
la piel de las pupilas.
La cabeza del padre descansa
sobre un libro,
se expande sobre las páginas,
respira sobre el dictado ajeno.
Como una hoja que se mueve
por el tacto de la noche,
duerme su vejez sobre
el alfabeto de otra lengua.
Su frente se desploma y
sella un cielo donde las alondras
vuelan más lejos que el verano.
Más lejos las alondras se llevan
la frente cansada del padre,
más lejos de donde vienen y regresan,
más lejos del viaje que aguarda todavía.
Gina Saraceni
O cansaço, às vezes,
toma-nos de surpresa.
Cerra as pálpebras
sem pedir licença,
sem saber que palavra olhávamos
antes de a noite esticar
a pele das pupilas.
A cabeça do pai descansa
sobre um livro,
estende-se nas páginas,
respira sobre o ditado alheio.
Como uma folha que se move
pelo tacto da noite,
dorme sua velhice sobre
o alfabeto de outra língua.
Sua fronte despenha-se e
sela um céu onde as cotovias
voam mais longe que o Verão.
Mais longe levam as cotovias
a fronte cansada do pai,
mais longe do que o sítio donde vêm e voltam,
mais longe do que a viagem que aguarda ainda.
(Trad. A.M.)
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