ELEGÍA A LA FOTOGRAFÍA DE UNA MUCHACHA DESCONOCIDA
Tendrías quince años cuando quedaste inmóvil
aquí, en la cartulina de suavísima niebla.
Te vuelves a mirarnos - con unos ojos negros,
dulces, hondos y frescos como grutas -
desde el escorzo grácil de tu cuerpo.
Dime, ¿de dónde viene tu mirada?
Habla de cosas dulces y pequeñas,
de tu vida, tu casa,
tu piso, bosque umbroso de sueños y recuerdos
–tú eres la cierva blanca en su espesura–
el balcón donde ves pasar las nubes,
los viejos y borrosos retratos de la sala,
las butacas de verde terciopelo gastado,
el piano, negro, mudo, con ecos -como un pozo-
y el bullir y las voces, apagadas
y vagas, de la sombra en los rincones...
(¡Ay tus sueños de niña!
¡Cómo están en el fondo de tus ojos
muriendo dulcemente!
Estrenabas la vida;
aquel día morías y nacías.
Y aquí, en este retrato,
frente al blanco camino,
dejaste tu niñez en la mirada.)
Esa luz que ha quedado contigo prisionera
en tu clara laguna,
es la luz que conservan
las cosas de la abuela puestas en la vitrina.
Ya te habrás olvidado. ¡Qué muerta estás aquí!
¿Dónde estarás ahora?
...Días, calles, olvidos, amores y tristezas,
relojes, calendarios, trajes, cuerpos, ventanas,
tejas, lluvias, tarjetas, zapatos ya gastados,
tranvías, ruedas, nubes, sueños, tardes, mañanas,
inviernos y veranos, rosas secas, revistas,
muertos, libros, silencios, músicas, risas, llantos,
arroyos y caminos, montañas, bosques, mares,
y un montón de minutos iguales como arenas
me separan de ti.
Pero en mi orilla queda tu retrato olvidado.
...Tendrías quince años. Yo, entonces, estaría
paseando mis sueños de niño no sé dónde.
¿Dónde estarás ahora?
Oh muchacha lejana que quizá hubiera amado
de no ser por el tiempo, el tiempo... siempre el tiempo...
José María Valverde
[La ceniza]
Terias quinze anos quando ficaste parada
aqui, na cartolina de suavíssima névoa.
Viras-te a olhar para nós
– com uns olhos negros, profundos, doces e frescos como grutas –
a partir do perfil grácil de teu corpo.
Diz-me cá, donde vem o teu olhar?
Ele fala de coisas doces e miúdas,
da tua vida, da tua casa, do teu andar,
bosque sombrio de sonhos e de lembranças
- tu és a cerva branca desse bosque -
da varanda onde vês as nuvens a passar,
os velhos e apagados retratos da sala,
os cadeirões de veludo verde já gasto,
o piano, negro, mudo, com eco - como um poço -
e a agitação e as vozes, apagadas
e vagas, da sombra nos cantos…
Ai sonhos teus de menina,
lá no fundo dos teus olhos, morrendo docemente!
A vida a estrear,
naquele dia morrias e renascias.
E aqui, neste retrato,
em frente ao caminho branco.
deixaste no olhar a tua meninice.
Essa luz que ficou presa contigo
é a mesma que conservam
as coisas da avó guardadas na vitrina.
Já te esqueceste, se calhar. Que morta que estás aqui!
Onde andarás tu agora?
… Dias, ruas, olvidos, amores e tristezas,
relógios, calendários, vestidos, corpos, janelas,
telhas, chuvas, sapatos já gastos,
eléctricos, rodas, nuvens, sonhos, tardes, manhãs,
invernos e verões, rosas secas, revistas,
mortos, livros, silêncios, músicas, risos, prantos,
ribeiros e caminhos, montanhas, bosques, mares,
tudo isso me separa de ti.
Mas junto de mim resta o teu retrato esquecido.
Terias então quinze anos. E eu andaria a passear
os meus sonhos de menino, sei lá por onde.
Onde é que andarás tu agora?
Ó rapariga distante, que eu teria porventura amado,
se não fosse o tempo, o tempo… sempre o tempo!...
(Trad. A.M.)
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