17.3.17

Antonio Orihuela (Pegas-me na mão)

 




Me tomas de la mano
y a mitad de un cigarro
me dices que la herida de la operación de hernia estrangulada
no termina de cerrar por falta de plaquetas en los glóbulos rojos,
que se te ha disparado el azúcar
y la tensión va a su puta bola
dispuesta a joderte el corazón en cualquier momento,
y además está lo del hígado, los pies, los pulmones...
y aun así
brilla en tus ojos
la extraña luz de los rebeldes.

Me dices que aquí no te va quedando nadie,
que tal vez te bajes al sur, con tus hijos,
definitivamente.

Me dices que España es una caverna
habitada por cuarenta millones de cadáveres.

Me dices que estás paseando por Picadilly
debajo de una gabardina
y llevas un ómnibus rojo en el bolsillo para tus hijos.

Me dices que en medio de la escasez y de las sombras
has decido casarte con una comunista
por la Iglesia.

Me dices que es domingo
y hombres sonrientes,
con un mundo nuevo en los corazones,
se agitan dentro de monos azules
y marchan hacia el Alcázar.

Me dices que estás jugando con metralla
en el último agujero de obús
en el Parque del Oeste
en el frente de Madrid.

Me dices que eres un niño,
pero yo
solo veo
a un hombre
que se está muriendo.


Antonio Orihuela

[Apología de la luz]




Pegas-me na mão
e a meio dum cigarro
dizes-me que a ferida da operação da hérnia
não acaba de fechar por falta de plaquetas no sangue,
que o açúcar disparou
e a tensão está descontrolada
disposta a lixar-te o coração a qualquer instante,
e há também o fígado, os pés, os pulmões...
e apesar de tudo
brilha-te nos olhos
a estranha luz dos rebeldes.

Dizes-me que aqui quase não te resta ninguém,
que talvez partas para o sul, com os filhos,
definitivamente.

Dizes-me que a Espanha é apenas uma caverna
com quarenta milhões de cadáveres.

Dizes-me que andas a passear por Picadilly
de gabardina
e tens um carrinho vermelho no bolso
para os teus filhos.

Dizes-me que no meio da escassez e das sombras
decidiste casar pela Igreja
com uma comunista.

Dizes-me que é domingo
e homens sorridentes,
com um mundo novo no coração,
agitam-se por dentro de macacos azuis
e marcham para o Alcázar.

Dizes-me que estás a brincar com metralha
no último buraco de obús
no Parque Oeste
na frente de Madrid.

Dizes-me que és uma criança,
mas eu
vejo só
um homem
a morrer.


(Trad. A.M.)

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