CATORCE
FORMAS DE MELANCOLÍA
1
Oír cantar
de noche un pájaro. Un pájaro
en las ramas de un árbol cualquiera:
………………………………………………….alerce,
pino, álamo temblón. Ser por esa noche
el pájaro. Sólo por esa noche
la ventana cerrada. La soledad. El viento.
2
Una vieja
melodía hiere los oídos.
No queremos escucharla, pero
insiste. Llama a nuestra puerta,
dice en voz baja soy un cuerpo
¿por qué no me tocas? y en sueños
la tocamos.
……………….Al despertar
se ha ido para siempre. La hermosa
melodía que creímos olvidada.
3
¿Qué
mentira se oculta detrás de la verdad
y nos ofrece la belleza?, ¿qué verdad
se oculta detrás de la mentira y nos ofrece
piedad? Piedad. Sólo aguardamos piedad.
Nunca la belleza.
4
Piensa que
estoy aquí, que nunca
viajé a ninguna parte. Piensa
que jamás nos separamos, que jamás
te fuiste. Que el esplendor fue nuestro,
nuestra también la oscuridad. Toda orilla
es puente y todo puente un desarraigo.
Una eterna y silenciosa fiesta de amor.
5
Si tomo
una flor y le pongo tu nombre.
Si tomo tu nombre y le pongo una flor.
Y si me asomo a la ventana y digo
cualquier cosa «eclipse» por ejemplo
o «plenilunio» el cielo se abrirá
en dos como tu nombre. Pero llega
la oscuridad y me deja sus palabras.
Sus viejas y siempre inútiles palabras.
6
Falta de
tono es falta de armonía.
El pie en falso, el movimiento
esquivo, la rima fácil y engañosa.
Siempre lo supe:
no hay correspondencias. Todo es
porque no puede ser de otra manera.
La forma que imaginamos con tono,
con pasión, con armonía.
7
Llegar a
alguna parte no significa
abandonar otra parte.
…………………………………Arraigar
en un país no cura las heridas
del país que abandonamos.
Balbucear otras lenguas no
nos impide balbucear la nuestra.
La palabra que elegimos
no borra la palabra que ocultamos.
8
Una
hormiga carga con esfuerzo
una hoja.
……………….La hoja es enorme
y multiplica su tamaño. Se trata
de un deber inevitable, de una
obediencia atávica.
……………………………Detrás de ella
idénticas hormigas cargan idénticas
hojas. Mañana repetirán el rito,
su razón de ser que ignoro.
Pronto cumpliré cincuenta años.
Pienso en la hormiga.
En su ciega danza hacia la muerte.
9
Nunca te
lo dije. Después de
tantos años lo confieso: soy la morsa.
De noche, mientras duermes, viajo
aguas arriba. Mis colmillos rompen
el hielo azul del ártico, mis bigotes
anuncian la dirección del viento,
el lugar exacto de mi presa:
……………………………………..un pulpo,
un cardumen asustado, un narval viejo.
Mañana, cuando despiertes,
me hallarás tendido bajo el sol.
Los ojos abiertos, comidos por los pájaros.
10
¿Alguna
vez te preguntaste si el espejo
no invertía las formas del placer? A veces
puedo verme en tu mirada. Sólo entonces
vuelvo a ser quien era: sola en mi caballo,
la infinita llanura al frente. La brisa
del mar negro a mis espaldas.
11
La página
donde Beatriz muere cada
noche. Los pechos de Helena en las
manos de Paris. El pañuelo envenenado
de Desdémona. El canto de la alondra.
Los atardeceres de Ovidio en Tomi.
Las mañanas sin luz del prisionero.
La noche que se va sin decir nada.
12
Un galeón
cuelga entre las ramas
de una selva indiferente.
…………………………………Un muchacho
se asfixia bajo el peso de la mujer
pelirroja. En Malmö un caballero
juega ajedrez con la muerte. En París
una muchacha traiciona por amor
a su amante. En Alaska un vagabundo
simula un ballet con tenedores
y con panes (¿recuerdas esos panes?)
se queda dormido sobre la mesa fría.
13
El mundo
envejece.
Los viejos poetas cantaron las flores,
los rayos de sol, las hojas secas, el ardor
siempre vivo de la nieve.
…………………………………Pero un día
decidieron callar. O cantar otras cosas:
el rubor de tus mejillas, el dolor
de los placeres, la hondura del silencio.
La máquina absurda y ciega de la historia.
Y el mundo envejece. Mira las flores,
los rayos de sol, las hojas secas, la nieve.
14
El
entusiasmo atroz de la serpiente, el
miedo del ratón en el tintero. No lo sabes.
Cada noche la oscuridad borra tus palabras
y acrecienta el deseo. Nadie lo sabe.
El ratón ama a la serpiente y la serpiente
sueña aturdida como el mar. Como tus ojos.
Eduardo
Chirinos
1
Ouvir cantar de noite um pássaro. Um pássaro
nos ramos de uma árvore qualquer:
alerce,
pinheiro, ou choupo. Ser por essa noite
o pássaro. Só por essa
noite
a janela fechada. A solidão. O vento.
2
Uma
velha melodia fere o ouvido.
Não queremos escutar, mas ela
insiste. Bate-nos à porta,
diz baixinho sou um corpo,
porque não me tocas? e em sonhos
tocamo-la.
Ao acordar
ela foi-se para sempre. A bela
melodia que pensávamos olvidada.
3
Que mentira se oculta por trás da verdade
e nos oferece a beleza? que verdade
se oculta por trás da mentira
e nos oferece piedade?
Piedade, esperamos só piedade.
Nunca a beleza.
4
Pensa que estou aqui, que nuca
viajei para lado nenhum. Pensa
que nunca nos separámos, que tu nunca
te foste. Que o esplendor foi nosso,
nossa também a escuridão. Toda a margem
é ponte, toda a ponte um arranque.
Uma eterna e silenciosa festa de amor.
5
Se tomo
uma flor e lhe dou o teu nome,
se tomo teu nome e lhe dou uma flor,
e se assomo à janela e digo qualquer coisa,
‘eclipse’ por exemplo, ou ‘plenilúnio’,
o céu abrir-se-á em dois, como o teu nome.
Mas vem o escuro e deixa-me suas palabras,
as suas velhas sempre inúteis palabras.
6
Falta
de tom é falta de harmonia,
o pé em falso, o movimiento esquivo,
a rima fácil e enganosa.
Sempre o soube,
não há correspondencias. Tudo é
porque não pode ser de outro modo.
A forma que imaginamos com tom,
com paixão, com harmonia.
Chegar
a um lugar não significa
abandonar outro lugar.
Arraigar-se
num país
não cura as feridas do país que abandonamos.
Balbuciar otras línguas não
nos impede de balbuciar a nossa.
A palavra que escolhemos
não apaga a palabra que ocultamos.
Uma
formiga carrega uma folha
com grande esforço.
A folha é enorme,
de várias vezes o seu tamanho.
Trata-se de um dever inelutável,
uma obediencia atávica.
Atrás
dela,
otras formigas carregam folhas idénticas.
Amanhã repetirão o rito, cuja razão de ser ignoro.
Breve completarei
cinquenta anos,
penso na formiga,
na sua dança cega para a norte.
9
Nunca
to disse, depois de tantos anos
confesso: eu sou a morsa.
De noite, enquanto dormes, viajo
corrente acima. Os meus caninos quebram
o gelo azul do Árctico, os meus bigodes
anunciam a direcção do vento,
o lugar exacto da minha presa:
um
polvo,
um cardume assustado, um narval velho.
Amanhã, quando acordares,
ver-me-ás estendido ao sol,
os olhos abertos, comidos pelos pássaros.
10
Alguma
vez te interrogaste se o espelho
não invertia as formas do prazer? Às veces
posso ver-me no teu olhar, só então
volto a ser quem era antes, só no meu cavalo,
o plaino infinito diante, a brisa
do mar negro nas minhas costas.
11
A
página onde Beatriz morre todas as noites.
Os peitos de Helena
nas mãos de Páris. O lenço envenenado
de Desdémona. O canto da cotovía.
O entardecer de Ovídio em Tomi.
As manhãs sem luz do prisioneiro.
A noite que se vais em dizer nada.
12
Um
galeão suspenso entre os ramos
de uma selva indiferente.
Um rapaz
asfixia sob o peso da mulher ruiva.
Em Malmö um cavalheiro
joga xadrez com a norte. Em Paris
uma moça trai por amor
o seu amante. No Alaska um vagabundo
simula um balé com garfos
e com pães (lembras esses pães?)
e fica adormecido na mesa fría.
O mundo
envelhece.
Os velhos poetas cantaram as flores,
os raios de sol, as folhas secas, o ardor
sempre vivo da neve.
Mas um dia
resolveram calar-se. Ou cantar otras coisas,
o rubor da tua fase, a dor
dos prazeres, o fundo do silencio.
A máquina absurda e cega da história.
E o mundo envelhece. Repara nas flores,
nos raios de sol, nas folhas secas, na neve.
O
entusiasmo atroz da serpente,
o medo do rato no tinteiro. Tu não sabes.
Todas as noites o escuro apaga-te as palavras
e acrescenta o desejo. Ninguém sabe.
O rato ama a serpente e a serpente
sonha aturdida como o mar. Como os teus olhos.
(Trad. A.M.)
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