UNA VEZ ESCRIBÍ UN POEMA QUE NO
TENÍA A PALABRA COÑO
Duerme,
parece como muerta y solo
duerme,
apenas se la oye respirar,
casi como un suspiro, aún más
leve,
como brisa de mar pero en
caliente
tragar el mismo aire que ella
suelta
se parece a besarla sin el beso.
Duerme,
apenas se ha movido en estas
horas,
un giro inesperado a media
noche,
más culpa del calor que ella
desprende
que de la dulce inercia de su
espalda.
Parece como muerta y solo
duerme,
tan bella como siempre por
ejemplo,
igual que cuando baila o cuando
miente,
cuando rompe mi cintura en el
pasillo,
igual que cuando ríe o cuando
odia,
cuando queda desnuda en la
penumbra,
cuando sale vestida por la
puerta,
igual que cuando llora o cuando
canta
o me invita a otra fiesta entre
sus piernas.
Su cabello en la almohada como
un charco,
sus manos alejadas de su rostro,
su pecho izquierdo buscando la
salida
de un pijama al que le faltan
dos botones
y le sobran unos cuantos
todavía.
Duerme,
se traga toda la oscuridad de
este cuarto,
parece iluminada por un foco,
parece un foco iluminando la
noche,
luna creciente que se cuelga en
mis retinas,
que mengua cada vez que parpadeo
o llena cada vez que hallo el
vacío.
Duerme,
ya casi son las nueve y el
reloj,
hará que su bostezo me despeine,
su aliento de verano me consuma,
sus dedos afilados me perviertan
dirá sus buenos días y con un
beso
hará cumplir con creces sus
palabras.
Se mueve en el tic tac muy
suavemente,
sus ojos son columpios de
jardín,
su boca el tobogán de mis
sonrisas,
despierta sutilmente, ya no
duerme
y yo sigo soñando.
Ernesto Pérez Vallejo
Dorme,
parece
morta, mas está só a dormir,
mal se ouve
respirar,
um suspiro
quase, mais leve ainda,
uma brisa do
mar, mas quente,
respirar o
mesmo ar que ela
é parecido a
beijá-la sem o beijo.
Dorme,
mal se mexeu
nas últimas horas,
uma volta
inesperada à meia noite,
culpa mais
do calor que dela emana
do que da
suave inércia das suas costas.
Parece
morta, mas está só a dormir,
tão bela
como sempre, por exemplo,
como quando
dança ou quando mente,
quando me
parte pela cinta no corredor,
como quando
se ri ou odeia,
quando se
põe nua na penumbra,
quando sai
vestida porta fora,
como quando
chora ou se põe a cantar
ou me
convida para outra festa entre pernas.
O cabelo na
almofada como um charco,
as mãos
afastadas da cara,
o peito
esquerdo a sair do pijama
a que faltam
dois botões,
mas sobram
ainda uns quantos.
Dorme,
engole o
escuro todo do quarto,
parece
iluminada por um foco,
parece um
foco a iluminar a noite,
lua em crescente
suspensa dos meus olhos,
a minguar
quando eu pestanejo
ou a encher
quando encontro o vazio.
Dorme,
são nove
quase e o relógio
fará o seu
bocejo despentear-me,
tragar-me
seu hálito de Verão
e seus dedos
afiados perverter-me,
dará o seu
bom-dia e com um beijo
cumprirá por
acréscimo as suas palavras.
Move-se mui
suavemente no tic-tac,
seus olhos
um baloiço de jardim,
a boca o
tobogã de meus sorrisos,
desperta
subtilmente, não dorme já,
mas eu
continuo sonhando.
(Trad. A.M.)