25.7.20

Eloy Sánchez Rosillo (Celebração e despedida)





CELEBRACIÓN Y DESPEDIDA



¿Aún podré celebrarte,
esbelta luz de marzo, ahora que estás
a punto de partir quién sabe adónde?
Me he mantenido atento cada día
de tu fugaz estancia en este círculo
de tierra, mar y cielo
que mi mirada abarca
a tu ser y a tus actos, conmovido
y de veras atónito
por la forma que tienes de hacer tanto
fingiendo no hacer nada,
con despreocupación adolescente.
Brotaste en un descuido del invierno,
cuando éste, extenuado y en las últimas,
se afanaba no obstante en cavilar
postreras inclemencias.
Y te vi entonces frágil, quebradiza,
como si fueras de cristal muy fino,
amenazada tras tu advenimiento
por retazos de lluvia
y por los malos modos
del viento despechado. Pero no
pudo nada ni nadie con el ímpetu
juvenil que traías, y bien pronto
te afirmaste en tu gracia, y al crecer
llegaste a ser aquí dueña del mundo,
origen del jilguero.
Y hoy, ya al final, te muestras
con primor femenino en el cuidado
de recoger tus cosas para irte.
Cuánta melancolía
-que a la vez no me impide estar alegre-
tengo en el pecho esta mañana última.
Vas pasando despacio frente a mí,
y sonríes mirándome a los ojos
con pudor y descaro
de muchacha que sabe su irresistible hechizo.


Eloy Sánchez Rosillo



Ainda poderei festejar-te,
esbelta luz de Março, agora que estás
quase a partir sabe-se lá para onde?
Mantive-me atento, cada dia
da tua fugaz temporada nesta roda
de terra, mar e céu abrangida por meus olhos,
a teu ser e teus actos, comovido
e deveras atónito
pelo modo teu de fazer tanto
fingindo não fazer nada,
com despreocupação adolescente.
Brotaste num descuido do Inverno,
quando ele, cansado e já nas últimas,
se afadigava em cavilar
inclemências para o futuro.
E vi-te então, frágil, estaladiça,
como se fosses de fino vidro,
ameaçada à chegada por bátegas de chuva
e pelos maus modos do vento despeitado.
Mas nada pôde nem ninguém
contra teu ímpeto juvenil, e logo
te firmaste em tua graça,
chegando aqui a ser dona do mundo,
matriz do pintassilgo.
E hoje, no fim já, exibes
teu primor feminino no modo
de pegar na trouxa e partir.
Quanta melancolia
- e apesar disso a alegria -
no meu peito nesta manhã derradeira.
Passas devagar diante de mim,
sorris a olhar-me nos olhos
com o descaramento e pudor
de quem sabe do seu irresistível feitiço.

(Trad. A.M.)

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