Todo era triste entonces, eso lo supe luego.
Íbamos al colegio con aquellos
pantalones tan cortos. En el patio, el recreo
era un parque temático pero sin luz eléctrica.
Bailábamos peonzas, jugábamos al clavo,
siempre al fútbol con balones de trapo.
Llovía sin parar, todos los días,
una lluvia tenaz, torpe, liviana, que empapaba la ropa,
los chalecos de lana que mi madre tejía.
Todo era triste entonces, pero yo lo ignoraba,
yo era un niño feliz a pesar de los curas.
Era normal que cada invierno dieran la vuelta a los abrigos,
y cada primavera una modista gorda cambiara a las camisas
los cuellos y los puños. Los amigos
-ya nos vamos muriendo- eran algo intocable.
Todo era triste entonces, eso lo supe luego.
Todo era triste entonces y sigue siendo triste,
lo malo es que ahora sé lo que antes no sabía
y siento un malestar tripas adentro
cuando pienso en los días felices de mi infancia.
No puedo ser feliz. No quiero
haber sido feliz. Sigue lloviendo
y ahora el agua me cala hasta los huesos.
No tengo en la cabeza más que muertes
de efectos especiales. Muchas veces
me despierto en la noche envuelto en nieblas
de traición o de olvido. Me tomo dos pastillas
y me vuelvo a dormir, y me regreso
al patio del colegio, allí están todos.
José Luis Zúñiga
[
Ulises sin Joyce]
Tudo era triste então, soube-o depois.
Íamos para o colégio com aquelas calças
muito curtas. No pátio, o recreio
era um parque temático mas sem luz eléctrica.
Lançávamos piorras, jogávamos o prego,
futebol sempre com bolas de trapo.
Chovia sem parar, todos os dias,
uma chuva tenaz, torpe, leve, que encharcava a roupa,
os coletes de lã que minha mãe fazia.
Tudo era triste então, mas eu não sabia,
eu era uma criança feliz apesar dos padres.
Normalmente, viravam-se os sobretudos no Inverno
e na Primavera uma modista gorda virava nas camisas
os colarinhos e os punhos. Os amigos
- começamos já a morrer – eram algo de intocável.
Tudo era triste então, soube-o depois.
Tudo era triste então e continua a ser triste,
o mal é que agora sei o que antes não sabia
e sinto cá dentro um mal-estar
quando penso nos dias felizes da infância.
Não posso ser feliz. Não quero
ter sido feliz. Continua a chover
e agora a água entra-me até aos ossos.
Na cabeça não tenho senão mortes
de efeitos especiais. Muitas vezes
acordo de noite no meio de névoas
de traição ou esquecimento. Tomo duas pastilhas
e volto a dormir, e regresso
ao pátio do colégio, onde estão todos.
(Trad. A.M.)