EL MUJERIEGO
He amado a las mujeres, y debo confesar
que en muchas ocasiones
con ellas yo pequé de pensamiento,
palabra y omisión, pues con el tacto
he librado tan sólo las batallas corrientes,
- y alguna escaramuza, a qué mentir,
de muy dudoso gusto y gloria escasa -
pero mi amor más fiel, el verdadero,
el que nunca me aburre, el que termina
amenazando un día mi constancia,
es siempre esa mujer, esa desconocida
de la que habla un amigo en un poema,
y que tantos dejamos, por desidia,
porque vamos con otra o por vergüenza,
pasar siempre de largo,
tan diferente siempre y siempre hermosa.
Y cuando alguna vez nos acercamos,
vencidos los temores, con qué prisa
su nombre cambia, baja y se concreta,
toma su rostro forma exacta, olvidan
muy pronto nuestros ojos su misterio,
pues la mano lo toca, y se deshace.
He amado a las mujeres, todavía las amo,
y sufro mucho al verlas alejarse,
espléndidas y ajenas, con sus hijos
de la mano, o aún con uniforme,
casi niñas - la nuca entre sudada
y el olor a colonia tras los juegos -
o adolescentes casi, en esa edad
en que duermen inquietas si es verano.
Y todas con olores que nos hacen soñar,
en su belleza crueles, pues sólo esos olores,
extraños y envolventes,
al cabo han de dejar, si pasan cerca,
como un camino abierto en nuestras vidas.
Pero fui terco en el amor de algunas,
y es difícil así frecuentarlas a todas.
He amado a las mujeres, y por ellas sospecho
que quisiera perderme,
si tuviera dinero, y ayudaran un poco.
Vicente Gallego
He amado a las mujeres, y debo confesar
que en muchas ocasiones
con ellas yo pequé de pensamiento,
palabra y omisión, pues con el tacto
he librado tan sólo las batallas corrientes,
- y alguna escaramuza, a qué mentir,
de muy dudoso gusto y gloria escasa -
pero mi amor más fiel, el verdadero,
el que nunca me aburre, el que termina
amenazando un día mi constancia,
es siempre esa mujer, esa desconocida
de la que habla un amigo en un poema,
y que tantos dejamos, por desidia,
porque vamos con otra o por vergüenza,
pasar siempre de largo,
tan diferente siempre y siempre hermosa.
Y cuando alguna vez nos acercamos,
vencidos los temores, con qué prisa
su nombre cambia, baja y se concreta,
toma su rostro forma exacta, olvidan
muy pronto nuestros ojos su misterio,
pues la mano lo toca, y se deshace.
He amado a las mujeres, todavía las amo,
y sufro mucho al verlas alejarse,
espléndidas y ajenas, con sus hijos
de la mano, o aún con uniforme,
casi niñas - la nuca entre sudada
y el olor a colonia tras los juegos -
o adolescentes casi, en esa edad
en que duermen inquietas si es verano.
Y todas con olores que nos hacen soñar,
en su belleza crueles, pues sólo esos olores,
extraños y envolventes,
al cabo han de dejar, si pasan cerca,
como un camino abierto en nuestras vidas.
Pero fui terco en el amor de algunas,
y es difícil así frecuentarlas a todas.
He amado a las mujeres, y por ellas sospecho
que quisiera perderme,
si tuviera dinero, y ayudaran un poco.
Vicente Gallego
O MULHERENGO
Amei as mulheres, e devo confessar
que em muitas ocasiões
pequei por elas em pensamentos,
palavras e omissões, já que pelo tacto
entreguei-me apenas às batalhas correntes
- e uma ou outra escaramuça, para quê mentir,
de gosto bem duvidoso e escassa glória –
mas o meu amor mais fiel, o verdadeiro,
o que nunca me aborrece, o que um dia
vai acabar por ameaçar-me a constância,
é sempre essa mulher, essa desconhecida
de que um amigo meu fala num poema,
e que nós, por inércia,
porque vamos com outra ou por vergonha,
deixamos passar sempre de largo,
tão diferente sempre e sempre formosa.
E quando um dia nos chegamos,
vencido o temor, com que rapidez
o seu nome muda, desce e se mostra,
então o rosto dela toma sua forma exacta,
e os nossos olhos depressa olvidam o seu mistério,
pois tocamos-lhe com a mão e ele desfaz-se.
Amei as mulheres, ainda amo,
e sofro muito quando se afastam,
esplêndidas e alheias, com os filhos
pela mão, ou ainda de uniforme,
meninas quase - a nuca suada
e o cheiro de colónia após a brincadeira –
ou quase adolescentes, nessa idade
em que não dormem tranquilas
quando chega o verão.
E todas com olores que nos fazem sonhar,
cruéis na sua beleza, pois no fim
hão-de deixar apenas esses olores, passando perto,
como um caminho aberto na nossa vida.
Mas obstinei-me no amor de algumas,
e é difícil assim frequentá-las a todas.
Amei as mulheres e acho mesmo
que gostaria de perder-me por elas,
assim eu tivesse dinheiro
e elas ajudassem um bocadinho.
(Trad. A.M.)
Fontes: Cervantes (perfil+antologia) / A media voz (30p) / Abel Martin (20p) / Poesia-inter.net (40p) / Arte poetica (12p)
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