24.8.20

Octavio Paz (Corpo à vista)





CUERPO A LA VISTA



Y las sombras se abrieron otra vez y mostraron un cuerpo:
tu pelo, otoño espeso, caída de agua solar,
tu boca y la blanca disciplina de sus dientes caníbales, prisioneros en llamas,
tu piel de pan apenas dorado y tus ojos de azúcar quemada,
sitios en donde el tiempo no transcurre,
valles que solo mis labios conocen,
desfiladero de la luna que asciende a tu garganta entre tus senos,
cascada petrificada de la nuca,
alta meseta de tu vientre,
playa sin fin de tu costado.

Tus ojos son los ojos fijos del tigre
y un minuto después son los ojos húmedos del perro.

Siempre hay abejas en tu pelo.

Tu espalda fluye tranquila bajo mis ojos
como la espalda del río a la luz del incendio.

Aguas dormidas golpean día y noche tu cintura de arcilla
y en tus costas, inmensas como los arenales de la luna,
el viento sopla por mi boca y su largo quejido cubre con sus dos alas grises
la noche de los cuerpos,
como la sombra del águila la soledad del páramo.

Las uñas de los dedos de tus pies están hechas del cristal del verano.

Entre tus piernas hay un pozo de agua dormida,
bahía donde el mar de noche se aquieta, negro caballo de espuma,
cueva al pie de la montaña que esconde un tesoro,
boca del horno donde se hacen las hostias,
sonrientes labios entreabiertos y atroces,
nupcias de la luz y la sombra, de lo visible y lo invisible
(allí espera la carne su resurrección y el día de la vida perdurable).

Patria de sangre,
única tierra que conozco y me conoce,
única patria en la que creo,
única puerta al infinito.


OCTAVIO PAZ
Semillas para un himno
(1954)

[Un poema cada dia]




E as sombras abriram outra vez e mostraram um corpo
- teu cabelo, outono espesso, queda de água solar,
tua boca e a branca disciplina de seus dentes canibais, prisioneiros em chamas,
tua pele de pão mal dourado e teus olhos de caramelo,
lugares onde o tempo não corre,
vales que só meus lábios conhecem,
desfiladeiro lunar que te sobe à garganta pelos seios,
cascata petrificada da nuca,
alta meseta de teu ventre,
praia sem fim do teu flanco.

Teus olhos os olhos fitos do tigre,
logo a seguir os olhos húmidos do cão.

Há sempre abelhas no teu cabelo.

Tranquilas fluem tuas costas ante meus olhos como as costas do rio à luz do incêndio.

Águas adormecidas batem dia e noite na tua cinta de argila
e nas tuas costas, imensas como os areais da lua,
o vento sopra por minha boca e seu queixume cobre com suas asas a noite dos corpos,
como a sombra da águia a solidão dos campos.

As unhas dos dedos de teus pés são feitas do cristal do verão.

Entre as pernas tens um poço de água adormecida,
baía onde o mar se aquieta de noite,
cavalo negro de espuma,
gruta do sopé da montanha que esconde um tesouro,
boca do forno onde se fazem as hóstias,
lábios sorrindo entreabertos e atrozes,
núpcias da luz e da sombra, do visível e invisível,
ali espera a carne a ressurreição e o dia da vida eterna.

Pátria de sangue,
única terra que eu conheço e me conhece,
única pátria em que creio,
única porta abrindo para o infinito.

(Trad. A.M.)

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