16.1.22

José Antonio Labordeta (Cesaraugusta dois)




CESARAUGUSTA DOS

 

Cuando el cierzo desciende y se alza la niebla,
toda la ciudad -mi Zaragoza amada- se cubre de palabras
que surgen del silencio hacia la nada.
Es entonces -el enorme Paseo
se hace suave y hermoso- cuando veo las cosas
como fueron: El niño, la explanada,
la vieja que vendía cacahuetes y almendras.
Pero cuando otra vez
el aire del Moncayo violentamente baja,
surgen los comerciantes
en paños y en alhajas
aupando a un tonto sabio
que viene a hablar del alma.
¡Ay mi ciudad
con tantos pedestales
cubiertos de anónimas palabras!:
¿A dónde te diriges?
Sólo tu espesa niebla
permite ver las cosas
igual que se veían en la infancia.


José Antonio Labordeta

 


Quando a ventania desce e a névoa levanta,
toda a cidade – Saragoça do meu coração – se cobre de palavras
que aparecem do silêncio viradas ao nada.
É aí – quando o enorme Passeio
se torna belo e suave – que eu vejo tudo
como era dantes: A criança, a esplanada,
a velha que vendia amendoins e amêndoas.
Mas quando novamente
desce com violência o ar do Moncayo,
surgem os comerciantes
de tecidos e jóias
a erguer um sábio louco
que aparece a falar da alma.
Ai minha cidade
com tantos pedestais
cobertos de anónimas palavras!
Para onde te diriges?
Só tua espessa névoa
permite ver as coisas
tal como se viam na infância.


(Trad. A.M.)

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