4.1.13

Ángel González (Dado biográfico)





DATO BIOGRÁFICO



Cuando estoy en Madrid,
las cucarachas de mi casa protestan porque leo por las noches.
La luz no las anima a salir de sus escondrijos,
y pierden de ese modo la oportunidad de pasearse por mi dormitorio,
lugar hacia el que
—por oscuras razones—
se sienten irresistiblemente atraídas.
Ahora hablan de presentar un escrito de queja al presidente de la República
y yo me pregunto: ¿en qué país se creerán que viven?;
estas cucarachas no leen los periódicos.


Lo que a ellas les gusta es que yo me emborrache
y baile tangos hasta la madrugada,
para así practicar sin riesgo alguno
su merodeo incesante y sin sentido, a ciegas
por las anchas baldosas de mi alcoba.


A veces las complazco,
no porque tenga en cuenta sus deseos,
sino porque me siento irresistiblemente atraído,
por oscuras razones,
hacia ciertos lugares muy mal iluminados
en los que me demoro sin plan preconcebido
hasta que el sol naciente anuncia un nuevo día.


Ya de regreso a casa,
cuando me cruzo por el pasillo con sus pequeños cuerpos
que se evaden
con torpeza y con miedo
hacia las grietas sombrías donde moran,
les deseo buenas noches a destiempo
—pero de corazón, sinceramente—
reconociendo en mí su incertidumbre,
su inoportunidad,
su fotofobia,
y otras muchas tendencias y actitudes
que —lamento decirlo—
hablan poco en favor de esos ortópteros.


Angel González


[Marcelo Leites]





Quando estou em Madrid,
as baratas da minha casa protestam por eu ler à noite.
A luz não as anima a sair do esconderijo
e perdem assim a ocasião de passear pelo meu quarto,
para o qual – por obscuras razões –
se sentem irresistivelmente atraídas.
Agora falam em apresentar queixa ao presidente da República
e eu pergunto-me: em que país julgarão que vivem?
não lêem jornais, estas baratas.


O que elas gostam é que eu me emborrache
e dance o tango até de manhã,
para assim fazerem sem risco
a sua ronda incessante e absurda, às cegas
nos mosaicos grandes do meu quarto.


Às vezes alinho,
não por ter em conta os seus desejos,
mas por me sentir irresistivelmente atraído,
por obscuras razões,
para certos lugares muito mal iluminados
onde me demoro sem plano preconcebido
até o sol nascente anunciar um novo dia.


Já de volta a casa,
quando me cruzo no corredor
com os seus pequenos corpos a fugir
desadireitos e receosos
para as frestas sombrias onde moram,
dou-lhes boas-noites a destempo
- mas de coração, sinceramente –
reconhecendo em mim sua incerteza,
e inoportunidade,
e fotofobia,
e outras muitas tendências e atitudes
que – lamento dizer –
abonam pouco a favor desses ortópteros.



(Trad. A.M.)

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