2.9.12

Álvaro Valverde (Viagem a Lisboa)





UN VIAJE A LISBOA



Huíamos en vano de la ciudad cerrada
y acabamos perdidos en la ciudad perfecta.
El piso luminoso, el suelo blanco,
los cuartos despojados y en penumbra,
los pocos pero doctos libros juntos,
acogieron serenos el cansancio.
Luego llegaron días de paseos y calma
donde todo se hizo tan lento como suele
ser todo en un lugar acompasado a un río.
Tranvías y avenidas y barcos y comercios
fueron haciendo el resto.
Ya no éramos los mismos
que piensan desde el puente lo que cualquier suicida.
Los que ven desde el puerto parecidos naufragios.
Ni los que entre las ruinas de nobles edificios
se dan a ese discurso del fracaso y la muerte.
En la decrepitud, entre la suciedad, bajo la herrumbre,
lo que vimos fue el fuego de una vida distinta.
Todavía nos quema cuando hacemos recuento
y evocamos las tardes sosegadas de junio
en la casa de Ángel, y aquel sol de poniente
hundiéndose, muy rojo, sobre el Tajo.
Volvemos a menudo al sitio donde fuimos
si no felices siquiera afortunados.
Con la melancolía viaja una mirada
que nos devuelve aquello que ensayamos vencido.


Álvaro Valverde


[Antón Castro]






Fugindo em vão da cidade fechada,
acabámos perdidos na cidade perfeita.
O andar luminoso, o solo branco,
os quartos despojados e na penumbra,
os poucos mas doutos livros conseguidos,
acolheram serenos o cansaço.
Depois vieram dias de passeio e de calma
com tudo a passar tão lento como é costume
num lugar a compasso dum rio.
Carros eléctricos e avenidas, barcos e estabelecimentos
foram tratando do resto.
E já não éramos os mesmos
postos a pensar na ponte como
um suicida qualquer.
Ou os que vêem do porto naufrágios parecidos.
Nem os que entre nobres ruínas
se entregam ao discurso do fracasso e da morte.
Decrépito, no meio da porcaria, por baixo da ferrugem,
o que vimos foi o fogo de uma outra vida.
Ainda nos queima quando olhamos para trás
e evocamos as tardes sossegadas de Junho
em casa de Àngel, e aquele sol do poente
a afundar-se no Tejo, muito vermelho.
Voltamos amiúde ao lugar onde fomos,
se não felizes, pelo menos afortunados.
Um olhar viaja com a melancolia
e devolve-nos aquilo que temos por perdido.



(Trad. A.M.)

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