22.5.10

Antonio Gamoneda (Ainda)





AÚN




Recuerdo el frío del amanecer, los círculos de los insectos sobre las
tazas inmóviles, la posibilidad de un abismo lleno de luz bajo las
ventanas abiertas para la ventilación de la enfermedad, el olor triste
de la sosa cáustica.
Pájaros. Atraviesan lluvias y países en el error de los imanes y los
vientos, pájaros que volaban entre la ira y la luz.
Vuelven incomprensibles bajo leyes de vértigo y olvido.
No tengo miedo ni esperanza. Desde un hotel exterior al destino, veo
una playa negra y, lejanos, los grandes párpados de una ciudad cuyo
dolor no me concierne.
Vengo del metileno y el amor; tuve frío bajo los tubos de la muerte.
Ahora contemplo el mar. No tengo miedo ni esperanza.
Eres sabio y cobarde, estás herido en las mujeres húmedas, tu
pensamiento es sólo recuerdo de la ira.
Ves las rosas temibles.
Ah caminante, ah confusión de párpados.
Hay una hierba cuyo nombre no se sabe; así ha sido mi vida.
Vuelvo a casa atravesando el invierno: olvido y luz sobre las ropas
húmedas. Los espejos están vacíos y en los platos ciega la soledad.
Ah la pureza de los cuchillos abandonados.
Amé todas las pérdidas.
Aún retumba el ruiseñor en el jardín invisible.




ANTÓNIO GAMONEDA
Libro del frío



[EPDLP]









Recordo o frio do amanhecer, os círculos dos insectos sobre as
taças imóveis, a possibilidade de um abismo pleno de luz sob as
janelas abertas para ventilação da doença, o cheiro triste
da soda cáustica.
Pássaros. Atravessam chuvas e países no erro dos ímanes e dos
ventos, pássaros a voar entre a ira e a luz..
Voltam incompreensíveis sob leis de vertigem e esquecimento.
Nem medo nem esperança tenho. De um hotel exterior ao destino, vejo
uma praia negra e, ao longe, as pálpebras enormes de uma cidade cuja
dor não me importa.
Venho do metileno e do amor; tive frio debaixo dos tubos da morte.
Agora contemplo o mar. Não tenho medo nem esperança.
És sábio e cobarde, estás ferido nas mulheres húmidas, teu
pensamento é apenas lembrança da ira.
Vês as rosas temíveis.
Ah caminhante, ah confusão de pálpebras.
Há uma erva cujo nome não se sabe; assim foi minha vida.
Volto a casa atravessando o Inverno: olvido e luz nas roupas
molhadas. Os espelhos vazios e nos pratos cega a solidão.
Ah a pureza dos cutelos abandonados.
Amei as perdas todas.
Retumba ainda no jardim invisível o rouxinol.


(Trad. A.M.)



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